El Estrecho, El Patía — Sobre el mediodía de este miércoles 26 de noviembre se registró un atentado con explosivos en la vía Panamericana, jurisdicción del corregimiento de El Estrecho, municipio de El Patía, en la frontera entre Cauca y Nariño. El hecho ocurrió cuando un tractocamión transitaba por el sector y fue impactado por la detonación de un artefacto, quedando completamente destruido e incinerado.

Las autoridades confirmaron que varias personas resultaron afectadas y fueron trasladadas a centros asistenciales cercanos. La identidad de los lesionados aún no ha sido revelada. Unidades del Ejército Nacional se desplazaron hasta la zona para asegurar el área y verificar si existen otros explosivos. La vía Panamericana permanece parcialmente restringida mientras se realizan las inspecciones y se evalúan las condiciones de seguridad para restablecer el tránsito normal.

Este nuevo ataque se suma a una serie de hechos violentos registrados en Nariño en las últimas horas: explosivos en el centro de Pasto cerca de RCN Radio, un retén ilegal en la Panamericana en Taminango y un dron cargado con explosivos contra la estación de Policía en Puerto Remolino. La reiteración de atentados en menos de 48 horas confirma la fragilidad de la seguridad en el suroccidente colombiano y cuestiona la efectividad de las medidas anunciadas por la Gobernación de Nariño, que insiste en discursos de paz mientras la violencia se intensifica
El gobernador Luis Alfonso Escobar ha insistido en la necesidad de diálogos de paz territoriales, pero la realidad muestra que los grupos armados ilegales continúan ejecutando acciones terroristas que ponen en riesgo a la población civil y a la fuerza pública. La falta de estrategias contundentes y preventivas incrementa el escepticismo ciudadano sobre la capacidad de la administración departamental para enfrentar la crisis.

La reiteración de ataques en menos de 24 horas confirma que Nariño atraviesa una situación crítica. La ciudadanía exige más que comunicados y llamados a la paz: demanda acciones concretas que garanticen seguridad en las calles, carreteras y municipios. El silencio o la tibieza institucional, en este contexto, se interpreta como abandono.
